Músicas que pueden considerarse neoclásicas las ha habido en muchas épocas, pero el concepto resulta especialmente útil cuando se trata de algunos compositores del siglo XIX y, sobre todo, del XX; es decir, de las épocas en que la conciencia histórica del compositor ha tenido un papel más decisivo en la formación de su lenguaje.
Leigh y Stravinsky, en un momento concreto de su creación, son compositores que adoptaron recursos estructurales, instrumentales, melódicos o armónicos procedentes de obras pretéritas desde una perspectiva nueva y personal.
Y aunque la música habitualmente llamada “clásica” es la de los grandes compositores de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, los neoclásicos a menudo eligieron también como referencia las obras de los grandes compositores barrocos.
Es aquí donde la primera parte del concierto se vuelve decisiva a través del linaje Bach, y más concretamente de Carl Philipp Emanuel Bach y Johann Christian Bach, dos compositores que tuvieron un papel muy importante en el desarrollo del barroco hacia el clasicismo, influyendo de manera decisiva en compositores como Haydn y Mozart.
En resumen, un concierto en el que la música transforma su propio modelo: los neoclásicos, el barroco; los hijos de Bach, el del padre.